Palabras

 Buenos días a quien sea que esté despierto a esta hora. Dudo mucho que alguien haya estado de fiesta un martes por la mañana. Yo, por mi parte, me desperté con bastante ansiedad por el trabajo, así que me puse a trabajar. Generalmente, la mejor manera de calmar esa ansiedad es simplemente levantarme y hacer lo que me está angustiando.

Pero mi bebé debió ver la rendija de luz que salía de debajo de la puerta, porque salió caminando a buscarme. Así que ahora estoy sentada en su cama, con él acurrucado en mi regazo mientras se queda dormido (obviamente estoy escribiendo esto con una sola mano en el teléfono). Ojalá pudiera mostrarte lo tierno que se ve cuando se queda dormido, o la paz que se siente al sostener a un pequeño ser humano que solo quiere estar cerquita de ti.

Escribo porque es el único medio que tengo, pero ojalá no lo necesitara. Ojalá pudiera simplemente mostrarte todas las cosas hermosas de la vida. Casi puedo oírte decir: “Bueno, puedes mostrar una foto.” Pero no es lo mismo. ¿Alguna vez te has quedado mirando una foto de un atardecer durante quince minutos? Lo dudo. Pero ven, siéntate conmigo en la playa y míralo ponerse. Míralo derretirse lentamente en el agua. Desearás que ese momento no termine, aunque es aún más bello precisamente porque sí termina.

Hay tantas cosas en la vida que solo pueden ser vividas. Puedo describir un beso o una caricia, y me imagino que casi puedes sentirlo…pero no del todo. Ojalá pudiera sentarme a tu lado, darte un codito suave y señalarte, como diciendo: “esto, sí” a todos las cosas bonitas en el mundo.

Me recuerda a esa canción de la película Babe:

“Si tuviera palabras para construirte un día, te construiría una mañana dorada y verdadera.”

Eso es exactamente. Si tuviera las palabras, te daría todas las cosas hermosas para que las experimentes. No tengo todas las palabras, pero las estoy buscando.

Por ahora, lo que sí puedo decirte es que la cortina está abierta y por la ventana ya no se ve el cielo negro, sino un azul profundo como tinta. Todavía se escuchan los grillos y los pequeños sonidos del manglar, pero ahora también se empiezan a mezclar los ruidos de camiones y carros que pasan zumbando por la carretera. Mi hijo por fin se ha quedado completamente dormido en mi regazo, cálido y pesado, usando mis piernas como almohada.

Probablemente ya debería ir a preparar sus loncheras.


Hasta la próxima.


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